viernes, 3 de julio de 2015

En carne viva

Reconozco que me cuesta empezar nuevas tareas, ya sea algo tan placentero como planificar unas vacaciones o algo que me da tanta pereza como limpiar el baño. De hecho, ni siquiera sigo el consejo de los creyentes de la ley de la compensación y el karma, que recomiendan limpiar el baño cada vez que te sucede algo bueno en la vida.
He de aceptar que mis ansias de perfeccionismo me impiden comprometerme a medio o largo plazo, ya sea en relaciones de pareja o en proyectos laborales.
Con estos precedentes, tanto el lector como yo auguramos una vida bastante breve a un blog que todavía no ha nacido.Entonces, ¿por qué lo hacés,loco?.
Se me olvidó presentarme. En un afán reduccionista, diría  "Aupa, soy Iskandar y soy anoréxico". Ya se que las y los profesionales de la salud mental recomiendan no identificarse con el trastorno y recurrir a la fórmula de "padezco anorexia". Pero ahora mismo, me la refanfinfla la PNL. Y no cito la anorexia con orgullo, sino porque en estos momentos es algo que "vertebra" mi vida y que lo ha estado haciendo, en mayor o menos medida, en los últimos 27 ó 28 años. Muy al contrario, he de decir que me hierve las pelotas el no poder ser capaz de deshacerme de este fantasma.
Cada enferm@ de anorexia vive el trastorno de una manera muy particular, como es lógico. Pero también es cierto que compartimos unas pautas de razonamiento (o de paranoia) similares. Pautas que se presentan como un galimatías indescifrable para aquellas personas que tienen una relación más o menos normal con la alimentación y con su peso. A pesar de mi larga trayectoria por este desierto, todavía me sorprende a veces que los demás no consideren lógica nuestra forma de razonar o que sean capaces de planificar una rutina diaria que no bascule alrededor de la comida y de la ingesta de calorías.
Estaría bien que las personas anoréxicas tuviéramos un altavoz a través del cual gritar nuestras frustaciones, un foro en el que compartir experiencias, empatizar con el sufrimiento, la alegría o el miedo del proceso sanador, cagarnos en la jodida báscula o lo que cada cual quiera expresar. Por eso, este blog es una invitación a toda la gente que padece anorexia y se hace extensiva a todas aquellas personas que sufren algún otro desorden alimentario (más allá de las etiquetas clásicas de bulimia, trastorno por atracón, etc). Yo espero utilizarlo como una válvula de escape, como un instrumento terapeútico, hasta que me aburra o mientras me haga un servicio. ¡Ojala otras personas afectadas se animaran a compartir conmigo sus experiencias, comentarios, críticas o lo que crean adecuado en cada momento! Les espero con los brazos abiertos.

3 comentarios:

  1. Voy a armarme de valor y voy a estrenar el blog como aludida.

    Descubrir este blog me ha afectado por distintos motivos (que alguno expondré y algún otro me lo quedaré para mí). Y lo ha hecho más negativamente que positivamente, aunque sé que para mi bien. Así que no te preocupes que no es una crítica negativa, si no tampoco hubiese podido leerme todas las entradas del blog del tirón.

    Yo también padezco problemas en relación a la comida, aunque según las definiciones de los manuales psiquiátricos no cumplo 100% ninguno de los marcos de la anorexia ni de la bulimia. Pero voy a exponer mi caso.

    También voy a dar alguna referencia, como has hecho tú, porque me parece que ayuda bastante a visualizar. Yo mido 1,63m y peso 56 kilos, un peso que, kilo arriba o kilo abajo, llevo manteniendo 2 años y medio. Esto diría que es insólito en mí, que me he pasado los 13 años anteriores subiendo y bajando sin parar. Lo que no quiere decir que quiera mantenerme ahí. Lo mínimo que he llegado a pesar han sido 48 kilos y lo máximo 72.

    Yo siempre me muevo entre dos actitudes autodestructivas (por decirlo de alguna manera). Por una parte, vivo la comida como una droga que sacia mi ansiedad, con el posterior cargo de conciencia y eso que no me doy atracones (no de normal). Incluso cuando intento luchar contra ello y hago el esfuerzo de no dejarme llevar, los primeros días sufro una especie de síndrome de abstinencia. No hablo de algo fuerte, pero sí suelo tener ganas de vomitar, mareos, dolor de cabeza, etc.

    Así de primeras se puede pensar, “pues si come y no se da atracones, ¿cuál es el problema?” Pues que mi sentido del exceso lo tengo posicionado en un lugar muy bajo. Es decir, racionalmente sé que no me doy atracones, pero mi percepción o mi realidad es distinta; comerme una onza de chocolate (por poner un ejemplo) es una ¡¡locura!! Pero me la como porque no lo puedo evitar, y me paso el resto del día fustigándome.

    Es una autoviolación autoconsentida, toda una paradoja. Lo que pasa que solo sufro las consecuencias de la autoviolación, nunca jamás siento el placer. “¿Ni cuando la estás saboreando?” Puede que valore lo rico que está pero no lo disfruto lo más mínimo, porque en el momento en el que me consiento (cuando me imagino yendo al armario), ya empieza el castigo. Además si ese día tengo una excusa para ser benevolente conmigo misma, surge la cadena de consentimientos y me pongo facilona. Imagínate la resaca… Teniendo en cuenta que esto me hace caer en un círculo vicioso: cuanto más me dejo llevar, más ansiedad tengo, lo que me hace comer más.

    Quiero destacar que para mí lo puto peor es que mi droga es a la vez el sustento básico del ser humano. Es decir, no puedo llamar a mi camellx para que no venga más a ponerme la mierda en la cara. Porque es obligatorio tenerlo delante si quiero vivir, ¡que quiero!

    La otra actitud autodestructiva llega cuando ya no puedo más con la primera descrita. Entonces sí que las cosas que hago se acercan mucho más a la anorexia: controlo excesivamente las calorías que ingiero, no pudiéndome sobrepasar de lo que yo establezco como aceptable, compensándolo otro día si circunstancias han hecho que tenga que sobrepasarme, etc.

    Por suerte (habla mi yo racional), nunca he permanecido en esta fase durante un largo periodo (máximo 1 año) y han sido pocas veces las que han durado más de dos semanas. Pero solo porque tengo una fobia mayor que a la de sentirme gorda, y es el miedo a desmayarme (o sea, a perder totalmente el control sobre mi misma y mi conciencia; otra paradoja). Para mi desgracia (habla mi peculiar sentido de la realidad), tengo la tensión baja así que más temprano que tarde suele venirme este efecto secundario.

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  2. Iba a contar como me metí en esta mierda, pero realmente estas metida antes de ponerte manos a la obra a jugar con la comida. Circunstancias diversas de la vida me llevaron a sentirme una basura. Ahora, “¿por qué me di a la comida y no a las drogas?”. Las drogas las tenía a mano ya con 11-12 años, pero creo que tenía la EXCUSA perfecta. Personas que eran mi referencia me habían repetido hasta la saciedad que mi cuerpo no era deseable. En realidad no recuerdo si fueron tantas veces, pero desde luego eran más de las que yo podía asumir entre los 8 años, cuando me pusieron a dieta, y los 13, cuando yo empecé a hacer el gilipollas. No creo que esto tenga que ver con genes… Bueno, la verdad es que no me gustan las teorías que proponen la esencialidad como origen de cualquier cosa (será que soy de Humanas), sobre todo porque lanza el mensaje implícito de que la solución al problema y la responsabilidad del mismo es inherente a la persona. Pero esto es un debate a parte.

    Leerte me ha afectado negativamente porque me ha empezado a funcionar el cerebro entorno a este tema sin yo quererlo, fuera de un momento de crisis. Me ha pillado por sorpresa y me ha desestabilizado. Es la primera vez que verbalizo este problema de forma tan detallada. He dado pinceladas con una amiga que creo que con pocas palabras habrá podido ver cosas que nunca he dicho, porque aparte de los años que llevamos compartidos, esta putada también la tenemos en común (de forma muy distinta aunque con alguna similitud). Pero nunca he sido capaz de sincerarme así.

    Espero dot zure pazientzie luzea izetea ta blog-a ez iztea, ze niri bai laguntan dost!

    Otro día igual más… aunque espero ser más concisa…

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    1. Perdona que no te haya respondido antes. Tenía el blog abandonado y me ha sorprendido leer tu comentario. Me he asustado al oir que mi blog te afectó negativamente y, si realmente es así, lo siento en el alma. Sin embargo, también me dices que has verbalizado tu problema a causa de él y que incluso lo has compartido con una amiga. ¡Ójala ese haya sido el comienzo de una cura pra tu trastorno! No tengo ni idea de como lo vives, porque como decíamos es una experiencia muy personal y, tal y como lo describes, la mía es algo distinta. Pero estaría encantado de seguir charlando contigo si es que llegas a leer este comentario. Besarkada handi bat.

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